Al pueblo

domingo, 18 de julio de 2010
Puedo soñar mil noches en los dominios de los pillanes
Y aun despertar solitario en selváticas hojas.
Entre ríos y nubes cargadas de llanto y dolor.

Puedo recorrer miles de meses y ver a un pueblo.
Ayer luchar, hoy día luchar.
Ayer libres fueron, hoy día atrapados todos estamos.

Puedo sentir la voz de los abuelos en los vientos de septiembre
Llorando malditas lagrimas, hijos desterrados,
Nietos olvidados, mujeres mancilladas.

Tierras desnudas de su gente, alberga la esperanza del ayer perdido.
Instalados los extranjeros, destruyendo lo que no se entiende
Olvidando lo que se teme, recogiendo lo que es de otros.

Ahí esta el indio bruto, dijo aquel que en su sangre corre la ignorancia y la cobardía
La intolerancia y la codicia.
Ahí esta el indio desgraciado, dijo aquel que oprime y desconoce la igualdad.

Aquí estamos, dijeron los valientes, aquí los esperamos, dijeron los loncos
Aquí viviremos, dijeron los niños y las mujeres, aquí morimos, dijeron los abuelos.
Como nos encontraron ayer, aquí nos encontrara mañana.

Partida

miércoles, 7 de octubre de 2009
Parte VII

Gracias a las aprensiones de la tia pase la semana siguiente en la casa sin poder salir a disfrutar del sur. Me cuidaba con yerbas y mengunjes que yo creo que solo ella conocia, pero tan efectivos que a los dos dias ya estaba bastante bien. Pero me "suguirio" que me quedara en la casa descansando. Me dijo que un me quedaban algunas semanas.
Decidimos con la Valentina contarle a la tia que estabamos juntos. En un principio nos miro de una manera extraña, pero al entender que de verdad nos queriamos nos sonrio y dijo que no habia ningun problema mientra no nos fueramos a meter a las piezas del otro. Nosotros prometimos que eso no iba a pasar. ¿Para que si teniamos nuestro lugar en el bosque?

Cada dia que pasaba me iba enamorando mas de la Valentina. Despues de la pelea me cuido aun mas que mi tia, me acurrucaba en su pecho y podia escuchar su corazon y sentir esa deliciosa fragancia suya. Me besaba las heridas con suavidad. Cuando sane hicimos el amor con mas pasion y con mas cariño que las primeras veces. A pesar de esto sabia que nuestro tiempo se iba acabando, mi paraiso se iba desvaneciendo de a poco cada vez que el reloj movia una de sus manecillas. Intente no pensar en estas cosas, pero unos dias antes no pude más y explote. Estabamos en nuestro lugar, despues de hacer el amor, semi desnudos, sintiendo la brisa entre nuestros cuerpos

-No me quiero ir, no quiero volver
-Entonces quedate
-No puedo
-¿Por que?- ¿como decirle que no estaba preparado para dejar todo por ella? me miró a los ojos. No dije nada pero ella lo supo, vi en sus ojos que lo sabia.
-¿Volveras?
-Sí- era sincero al decircelo, pero no sabia cuando. Queria que fuera lo antes posible, pro no sabria si podria, si me olvidaria de ella tal y como lo estaba haciendo con la Fran
-Entonces te esperare.
-¿Cuanto?
-¿Cuanto te vas a demorar?- no pude evitar sonreir, pero mi corazon se entristecia pensando otras cosas
- Y si aparece alguien que te guste mas que yo y...
-Nadie me va a gustar mas que tu. Te amo- esa fue la primera vez que uno de los dos decia te amo. Lo habiamos dicho con caricias, con besos, haciendo el amor, pero no con palabras. Solo atine a decirle:
-Te amo y lo hare siempre.

Durante los dos ultimos dias dejamos de hacr el amor ne aquel lugar y nos dedicamos a pasear cerca de la casa. Esos dias el clima nos acompaño y el sol brillaba en aquel diafano cielo sureño. Conversabamos de como iban a ser nuestros hijos, de sus nombres, de donde nos casariamo, a que edad, soñabamos con el futuro. Le pregunte que iba hacer ahora que salia del liceo y me dijo que aun no tenia claro, que probablemente se iria a trabajar para ayudar a su tia. Me dijo que le gustaba la fotografia a pesar de que muy pocas veces habia tenido una camara en su mano. Tome nota mental sobre eso, para juntar dinero y comprarle una camara para que empezara a practicar. Le dije que juntara dinero y que estudiara fotografia. Me quedo mirando y me beso los labios tiernamente. Sin separarlos me dijo:
-Tontito, ya lo habia pensando. No soy tan huasa.




Era un martes cuando tome el bus. Estaba nublado, igual que el dia en que habia llegado. La tia y la Vale me habia ido a dejar al terminal. Fue reaelmente triste, tanto como cuando pise por primera vez ese terminal hacia unos meses atrás. Claro que las razones ahora eran distintas. Eran las diez de la mañana cuando el bus partio. Me despedi de aquellas dos mujeres prometiendome que volveria lo antes posible, que irian cerrando los ciclos en mi vida en Santiago para vivir en el sur con la tranquilidad que el sur exige. A las diez y media mi celular sonó. Vi en la pantalla el numero de la Fran.
-¿Alo?
-Miguel, soy yo la Fran
-Dime
-Se que llegas hoy y queria ver si...- le corte y apague el celular. No con resentimiento, no con rabia, sino con la firme decision de que me alejaria lo mas posible de ella. Mire por la ventana y vi el verde paisaje mientras pensaba que marca seria mejor para comprarle la camara fotografica.

Enfrentamiento

-Es que yo mato a ese huebon
-!NO!
-¿Pero tu tia sabe?
-No, nunca quize decirle
-¿Pero por que?- cada vez estaba más furioso y entendia menos aquel mundo en el que me habia sentido tan comodo solo unas horas antes.
-Por miedo, temor a que no me creyeran. Ese hombre siempre me amenazó y aunle tengo miedo.
-¿Como?... de verdad no entiendo.
-No lo recuerdo bien. Desde que murio mi mama, yo me he criado con mi tía. Ella nunca se caso y nunca tuvo hijos. Siempre quizo mucho a mi madre, y en general a todos sus hermanos. El Eduardo venia una vez al mes a visitar a mi tia y siempre se quedaba uno o dos dias. Cuando mi tia tenia que ir a la ciudad el me pedia que le ayudara a llevar algunas cosas atrás de la casa, donde guardamo la leña y otras cosas. Me sentaba en sus miernas y me tocaba entera. Siempre me decia que era un juego, un secreto, que nadie tenia que saberlo y si llegaba a decircelo a alguien me iba a arrepentir. Yo le tenia mucho miedo y asco, pero jamás me atrevi a decircelo a mi tia. De a poco comenzó a venir menos y cada vez era menos frecuente que me llevara para atras. Pero la ultima vez que vino fue el año pasado y...- No pudo seguir. Sus ojos se llenaron de lagrimas y se escondio en mis brazos. Habia una duda que me carcomia la mente. Sabia que era el peor momento para preguntar algo asi, pero no pude evitarlo.

-Tu y tu tio... alguna vez se...
-No, solo me tocaba. Nunca me hizo el amor- a pesar de la respuesta mi rabia no habia disminuido.
-¿Se puede?- la voz de la tía quebró ese momento de una manera brutal. Mi cara estaba totalmente descompuesta y la Valentina se secaba los ojos rapidamente. La tía se acerco hacia ella y le pregunto que le pasaba. Me sorprendio lo rapido que le mintio y lo bien que lo habia hecho. Le dijo que se habia emocionado porque iba a venir su tio preferido. Al escuchar esas palabras no pude evitar mirarla, pero ella no me miro. Sali de la habitacion de la Valentina y me dirigui a la mia, pensando en que mierda iba a hacer.

Escuche llegar al tio eduardo cerca de las ocho. Su vieja camioneta hacia mucho ruido y me desperte sobresaltado, ya que toda la noche habia tenido pesadillas. Somnolientos aguidice el oido y escuche a mi tia bajar a recibirlo. Sonaba feliz, el engaño de no saber la verdad.. Escuche que lo invitaba a entrar, le sirvio mate, tomaron junto y rieron. Cerca de las nueves la Valentina bajo hacia el living y saludo a mi tia y a su tio. Mi tia dijo que tenia que ir hacer unas compras e invito a su hermano a que la acompañara a la ciudad. El se nego diciendo que estaba cansado y preferia quedarse en la casa desacansando. Escuchar esto me produjo un dolor en el estomago.
-Tia, si quiere yo la acompaño- la voz de la valentina sono casi como una suplica, pero la tia no reconocio el tono y le dijo que no, que tenia que quedarse para atender a su tio. Escuche cerrar la puerta, el motor del auto de mi tia encenderse y desaparecer. Escuche un tazon que se quebraba, la voz apagado del hermano de mi tia y el sollozo de la Valentina. Espere apretando los dientes, tanto que llegaron a dolerme; escuche la puerta cerrarce y me levante, me puse los primneros jeans que encontre, las zapatillas, una poklera y baje. Sali de la casa cerrando la puerta con cuidado detras de mi. Me encamine hacia atras de la casa, donde guardaban los leños. No era tan grande como la casa, pero mucho mas que una sola habitacion. Adentro se escuchaban las voces muy despacio. Asome la cabeza y vi la escena. El hermano de mi tia estaba de espalda a mi. Era bastante alto, mas de lo que me habia imaginado. Era gordo y estaba vestido con una camisa a cuadro y unos pantalones de tela. La Valentina estaba al frente de el, resistiendose a sus manoseos. Cuando la mano de ese hombre toco uno de sus pechos me abalance hacia adelante, dejandome ver
-!Dejala!- el debio pensar que estaban solos y la Valentina penso que debia estar durmiendo, porque los dos pusieron cara de sorpresa al verme. El tipo parecio horrorizado cuando me acerque a el. Nunca he sido muy habil, nunca me habia trnzado a combos con otro hombre y menos con alguien de su contextura. Supongo que fueron mis nervios o mi flata de experiencia pero al avanzar tropece con uno de los leños y cai boca abajo, justo al frente de sus pies, esos mismo pies que me golpearon la cara, el estomago, el pecho, que me pistearon las manos. Valentina intento ayudarme, avalanzandoce contra el, pero su tio la rechazo con un brazo y la empujo haciendola caer. A pesar de esto él se distrajo y pude tomar su tbillo y jalarlo hasta hacerlo caer. Me incorpore rapidamente y comence a golpearlo con los puños en la cara y a pesar de que intentaba cubricer con los brazos vi como de su pabio comenzaba a salir un hilito rojo. Tome uno de sus brazos se lo torci con tal fuerza que lo hizo gemir de dolor. Aun sosteniendole el brazo le coloque un pie sobre el hombro. Lo mire fijamente y le dije:
-Eres un hijo de puta- y jale el brazo con las dos manos, mantendiendo el pie en el hombro. Junto con el crujido del brazo Eduaro grito de dolor de una manera patetica. Vi aquel hombre de casi sesenta años retorciendose de dolor pidiendo una ambulancia, ayuda, algo. Me dirigui hacia la Valentina que aun estaba en el suelo y la ayude a levantarce.
-Todo termino- estaba agotado, adolorido, pero la adrenalina aun corria por mis venas.
-Pero y mi tia, como le vamos a decir ...
-No te preocupes, le diremos los dos- las piernas me temblaban asi que me apoye en ella para salir de ese lugar. Eduardo se segui retorciendo en el suelo, mordiendose los labios y lanzando pequeños gritos de vez en cuando. Lo dejamos ahi, tirado en el suelo. No fuimos a la casa y me sente en uno de los sillones a desansar. La Valentina se sento a mi lado y los dos empezamos a llorar.

Media hora despues llego la tia. Al verme con un ojo hinchado, el labio amorotonado y aun sangrando, se llevo una mano a la boca. Se acerco lo mas rapido que pudo preguntando que habia pasado. Mire a la Valentina y ella asintio. Comenze a contarle lo que la Valentina no se habia atrevido contar en todos estos años. Cuando termine de contarle miro a la Valentina y dijo:
-¿Es verdad todo esto?- timidamente asintio y la tia se puso a llorar, abrazo a su nieta. De pronto nos miro con los ojos muy abiertos y nos pregunto donde estaba él. Le dijimos que lo habiamos dejado atras. Se incorporo y salio lo mas aprisa que pudo. Intente levantarme por mis medios pero no pude, asi que la Valentina me ayudo. Seguimos a la tía y vimos como le pegaba con todas sus fuerzas [que no eran pocas] a su hermano con un leño mientras le gritaba que era un cerdo y que no queria verlo más. A leñazos lo hizo entrar en su camioneta y como pudo la hizo partir y desaparecio por el camino. Miré con un ojo a Valentina, ya que con el otro no podia ver a causa de la hinchazon y le dije:
-¿Ves? te dije que esto habia terminado.

Confesiones

Parte VI

Los besos llevaron a las caricias y a más besos y mas caricias. Nos llevo a desnudarnos y tendernos sobre la ropa. Su cuerpo era suave y olia a una suave fragancia que no pude identificar. Sus dientes mordian mis labios suavemente con cada movimiento, sus manos se movian con delicadeza sobre mi espalda, reconociendola , besandola. Sus pechos eran fimers y aun mas suave que el resto de su cuerpo. Era tarde cuando nos tendimos agotados, tembloroso, abrazados y felices.

-Mira, la primera estrella
-Te la regalo- dije mirandola fijamente. La besé y ella sonrio.


-Estuvo bueno el paseo hoy dia- fue lo primero que nos dijo la tía cuando nos vio entrar a la casa. Intentamos parecer lo más natural posible, lo menos cansado, lo menos felices. A pesar de todo no pude dejar de sonrir sin ninguna causa aparente. En un momento cuando estabamos tomando la choca, comenze a reirme. Note que la Valentina me miraba de reojo, mientras la tia me preguntaba de que me reia. Dije algo como que me habia acordado de algo gracioso.
-Me alegro que se este acodando de esas cosas y no de otras- la miré fijamente. ¿Cuanto le habian contado mis padres?

Los dos dias que siguiern a ese primer encuentro fueron unicos. Volvimos al mismos lugar, siempre al atardecer. Nos amabamos con furia, con amor, con pasion. Valentina aprendio muy pronto los procesos del sexo. Cuando le pregunte si le importaba que ella no fuese mi primera mujer me contesto:

-No importa, casi ninguna lo es- sonrio y me beso con mas fuerza que otras veces. En esos dos dias conoci a la Valentina sin verguenzas, sin pudores, sin nada más que su personalidad. Era calida, suave, delicada pero decidida, sus abrazos eran fuertes como si temiera que saliera corriendo y no volviera nunca más a su lado.

Eñ tercr día fue diferente. Ese día hacía mucha calor y decidimos no ir a nuestro lugar. En cambios fuimos a caminar po el prado y nos tiramos en suelo. La rodee con mis brazos, la bese y le dije:
-Nunca te dejaré
-Eso no lo sabes
-Si, lo se
-¿y que vas hacer con tu ex cuando vuelvas?- la pregunta me pillo de sorpresa. Yo le habia contado toda la historia un dia, pero nunca mas volvimos a hablar de ello.
-Nada.
-Aun la quieres
-Pero te quiero mas a ti
-Pero yo me quedare aqui y tu volveras
-Volvere a visitarte apenas pueda
-¿Si te enamoras de otra? Allá en Santiago habran miles de niñas mas lindas que yo y...
-Nadie es mas linda que tu- un beso cerro esa conversacion, como un pacto, como una promesa. Sonrio y me dijo que nos fueramos a la casa, no fuese que la tia empezara sospechar.

Al llegar a la casa escuchamos que la tía hablaba con alguien. Nos miramos y supe que los dos pensabamos lo mismo, quien podria estar en la casa. Fuimos a verla y estaba conversando por telefono muy animadamente

-Pero por supuesto Eduardo, ven cuando... ¿mañana? Perfecto, te estaremos esperando. Besos, chao- apenas la tia colgo la Valentina salio corriendo hacia su habitacion. La tía me miró y me pidio que la fuera a ver. La puerta estaba abierta asi que pase y me sente al borde de la cama donde la Valentina estaba llorando boca abajo y con una almohada. Con delicadeza le saque la almohada, la di vuelta y la abrace muy fuerte, sin tener la menor idea del por que de su estado. Le tome la cara, me acerque a ella y le pregunte que que pasaba. Ella solo me miraba, sollozando.
-¿Qué pasa Valentina? Sabes que puedes confiar en mí
-Ese... esa persona que estaba hablando con mi tía...- los sollozos le impedian seguir, asi que espere pacientemente a pesar de que me moria por saber que mierda pasaba- es hermano... de mi tia.
-Y... por eso te pones así- ella menio la cabeza, abrio la boca lentamente, como eligiendo cuidadosamente las palabras que iba a pronunciar.
-Ese tio... abusa de mi.

Preguntas

lunes, 6 de abril de 2009
Parte V

Las siguientes dos semanas fueron... especiales. Me levantaba cerca de las 7 de la mañana, no porque no estuviera cansado o no tuviera sueño, si no porque queria aprovechar cada momento en ese lugar. Bajaba y me preparaba un café. Me arropaba en el sillon y escuchaba la lluvia o el viento. A las ocho en punto mí tía bajaba a preparar el desayuno. Cinco minutos despues aparecía en el living la Valentina envuelta en una bata un poco avejentada. Los primeros días intente ayudar para hacer el desayuno, pero las dos me hecharon de la cocina. "Costumbre de campo" pensé. A las ocho y media estabamos sentados tomando un cafe con leche [mi tía tomaba mate],pan amasado con mantequilla y mermelada. A las nueve, luego de conversar un poco mi tía se levantaba, la Valentina la seguía a la cocina con las tazas y los platos. A las nueve un cuarto mi tía empezaba a limpiar, barrer, lavar y cocinar. Los primeros días la Valentina ayudaba a su tía con los quehaceres de forma normal. Pero un día mi tía le dijo que me hiciera compañía, que ella estaba vieja pero que no era inutil. Así que desde ese momento, todos los días, lloviera o no saliamos a caminar por el bosque o por las praderas del terreno de mi tía. Nos sentabamos a conversar. Yo le contaba como era Santiago, lo grande que eran algunos edificios y la cantidad de gente que habia. Ella no lograba imaginarselos, todos apretados, enojados, enfermos a causa del smog. Ella prefería vivir ahí, en el campo, tranquila sin que nadie la molestara, ni la empujara. Realmente yo tambien prefería eso.
Durante esas conversaciones que frecuentemente se alargaban durante horas, logre conocer un poco más de la Valentina. Había nacido Valdivia y jamás había ido a otra ciudad, ni tampoco le interesaba. Desde la muerte de su madre quedó a cargo de su abuela. Su padre nunca la reconocio ni se hizo cargo de ella. Iba a estudiar a un liceo que quedaba en la ciudad, su tía se lo pagaba con el dinero de la jubilacion, pero la Valentina trabajaba en local de un tío que quedaba en la ciudad durante las vacaciones y con este dinero ayudaba a su tía. Yo la observaba hablar, con sus cabellos sueltos, con sus ojos perdidos intentanto recordar algunas cosas para contarme.
-¿Por qué me miras tanto?
-Porque eres linda- ella solo sonreía y seguía hablando. Sentada, apoyada contra un árbol, caminando, sentada en la mesa almorzando, sentada frente a la ventana, acostada en su cama, de cualquier forma ella era preciosa y cada día que pasaba sentía que esto iba en aumento, que esta sencacion de en contrarla hermosa aumentaba, iba sintiendo que la quería. ¿Pero como era posible? Acababa de conocerla. De hecho, aun no la conocía tanto. Teníamos algunas cosas en común, otras no, nada muy diferente con el resto de las personas. Con la Fran era diferente, nos gustaban los mismo grupos, las mismas comidas, los mismos lugares. Pero con la Vale no era así. De hecho me molestaba tener que explicarle algunas cosas. Lo unico en comun que teniamos era la edad y el dia en que habíamos nacido. Ella un 26 de abril yo un 26 de septiembre. Pero a pesar de todo me gustaba. Su risa, su manera de mirar, de mirarme, de abrazarme, de besarme en la mejilla, de decirme buenas noches... ¿acaso el gustaba tambien a ella? y si así era ¿por qué? no me encontraba nada muy especial. ¿o acaso ella era así con todos? No, la tía había dicho que ella era vergonzosa. Enronces si sentía algo por mi. Pero ¿qué cosa? ¿le atraía? ¿le gustaba? ¿o simplemente le caía bien? Mi cabeza iba a mil por hora. Estuve días pensando, dandole vuelta al asunto ¿le pregunto? o ¿mejor me callo? No sabía como iba a reaccionar.

Un día, un viernes, fuimos a caminar como de costumbre. Fuimos al bosque, creo que ella quería ir allá. Hacía frío; ella iba con una falda escocesa muy linda, me gustaba mucho, con un chaleco verde y una bufanda del mismo color. Ibamos de la mano. Eso tambien me confundia. Siempre me tomaba de la mano. ¿Era normal para ella hacer eso con sus "primos"? Nos sentamos en un árbol, nuestro árbol. Ninguno de los dos dijo algo. El viento soplaba, sus mejillas estaba rojas, mi nariz tambien. La imagen de la Fran se me vino a la cabeza, la odie por aparecer en ese momento, en un momento en que no estaba invitada, en un momento en que no era de ella. No había pensando en ella en días y justo ahora, justo ahora que sentía que sentarse en ese arbol ese día a esa hora era diferente.

-¿Te pasa algo?- me pregunto de golpe. Mi mente no trabajo mucho la respuesta, no penso en lo que "tenía" que decir.
-Me gustas.

La llegada

martes, 5 de agosto de 2008
Parte IV

Después de diez horas de viaje, llegué por fin a Valdivia. Apenas baje del bus sentí el cambio de aire, puro, nítido, totalmente diferente al de Santiago, lleno de smog. Fui a sacar mi maleta del portamaletas del bus, mostré el ticket con el número y el auxiliar me la paso.
-¡Chuta que viene pesada!-dijo mirándome con una sonrisa la cual no devolví ¿Qué le importaba si estaba pesada o no?
La tomé y comencé a arrastrarla hacia la entrada. A pesar de haber pasado varias vacaciones en la casa de mi tía no reconocí el terminal, estaba totalmente remodelado. Al poco andar me encontré con mi tía. Me sorprendí de que estuviera tal cual como la recordara a pesar de que hacia años que no la veía. De mediana estatura, morena, el pelo ceniza, sus ojos caídos, las manos en los bolsillos de su chompa, una sonrisa que mostraba lo arrugada que estaba; se camuflaba perfecto entre la multitud del terminal, no se porque me fue tan fácil encontrarla. Me saludo con un largo abrazo sin decirme nada, me beso varias veces la mejilla. Cuando me separó de ella le hable.
-Hola tía
-Hola po mijo, tanto tiempo sin verlo. ¡Mírese! Si esta todo un hombre ya. Por dios estos jóvenes de hoy en día como crecen… si parece que comieran salitre.
Le sonreí tiernamente. Ella no era mi tía sanguínea, sino que era la mejor amiga de mi abuela paterna. Las dos nacieron en el norte. Mi tía hija de minero, mi abuela hija de profesores, se conocieron desde pequeñas en un colegio en Antofagasta. Después de un tiempo, los papás de mi tía se vinieron a Valdivia y juntos con ellos mis bisabuelos con mi abuela a unas casitas cerca de Valdivia, con grandes terrenos. De hecho la casa de mi tía tenia un pequeño bosque donde jugábamos a la escondía cuando veníamos para Valdivia.
-Ya mijo, vayámonos a la casa antes que llueva- me dijo mi tía, y fue hay cuando recién me percate de lo rojizo del cielo. Nos subimos a su vieja renoleta y partimos para su casa.

Llegamos a su casa cuando la lluvia llevaba unos veinte minutos. Mi tía con sus años de experiencia siempre tenía un paraguas en su renoleta. Entramos a su casa de madera. El calor de la estufa a leña me inundo el cuerpo.
-Deje la maleta por allá mijo, después la lleva a la pieza, ahora acompáñeme a la cocina a timarnos un rico mate…
-Tía, a mi no me gusta el mate- le dije
-¡Ah! Por dios los cabros regodeones de hoy en día. Ya mijo, ¿que va querer entonces?
-Un cafecito
-Un cafecito entonces- y partió hacia la cocina de manera tan enérgica que me hizo preguntar si realmente tenía setenta y dos años. La seguí hacia la cocina y cuando llegue ya tenia tres tazas puesta en un mueble, buscaba entre la alacena un frasco con café. Mi vista se desvió de su afanada búsqueda para concentrarse en la figura que estaba de espalda a mí y que ni siquiera se había movido de su quehacer en el lavaplatos.
-¡Por fin lo encontré! ¡Ah! Veo que te diste cuenta que no vai a estar nada solo conmigo… ella es la Valentina, no se si te acordai de ella mijo: Cuando tus paires te traían para acá en las vacaciones jugabas con ella y los dos se trataban como primos. Ella es hija de una hija mía, de la Sole, la que falleció.
-Ahhh… sí, si me acuerdo de la tía Sole… pero de ella…. Honestamente no me acuerdo.
-Yapo mija, dece vuelta pa que la vea su primo.
Valentina s giró, dejó las cebollas en el lavaplatos. Intente recordar esos bellos ojos verdes, esa piel morena, su pelo negro, sus manos delicadas. Pero mi mente no pudo encontrar nada parecido. Me acerqué para saludarla con un beso que ella me devolvió tímidamente. Apenas mis labios tocaron su mejilla se puso roja.
-Tía, me voy a… voy al baño- y salió rápidamente de la cocina.
-¿Dije algo malo tía? Aquí se saludo con beso ¿cierto?- le pregunte bastante urgido. No quería hacer sentir mal a alguien con las que jugaba cuando niño.
-Obvio po mijo, ¿que cree? ¿Que somos unas chinas brutas? Si se debe haber puesto así de vergüenza no ma. No la pesque mejor y dígame cuanto de azúcar le hecha al café.

Pasamos como dos horas conversando en el living de la casa. Mi tía contabas anécdotas de mi padre, de lo mal que se portaba en el colegio cuando chico, de cuando se escapo de la casa porque mi abuela lo había retado, de cuando se fue a Santiago a vivir y conoció a mi madre. Muchas de sus anécdotas nos hicieron reír. La risa de la Valentina, era delicada, pero fuerte y muy contagiosa. De a poco fue perdiendo la vergüenza y soltándose. Cerca de la una mi tía nos mando a acostar. Se disculpo de que en mi pieza no hubiera tele, pero es que en su casa había una no mas y apenas se veían cuatro canales. Le dije que no importaba que no me interesaba, que no había venido a su casa a ver la tele. Le pedí el teléfono para llamar a mis padres, estaban alteradísimos porque no los había llamado. Los tranquilicé diciéndoles que se me había olvidado y que todo estaba bien, que no se preocuparan. Luego de eso me fui a dormir. Acurrucado en mi cama, escuchando la lluvia y el viento, me di cuenta de que en todo el día no había pensado en la Fran, que por primera vez en semanas me había distraído. Bostéese y apague la luz.

Huida

lunes, 16 de junio de 2008
Parte III


-Chuuuuta compadre… que mala. Es que se paso la mina, nunca creí que sería tan vaca como para cagarte. La dura debe ser penca que te caguen y más cuando llevai tanto tiempo.

Mire a Gabriel con cara de que acababa de hacer un descubrimiento. Era obvio que era penca, era obvio que me dolía, era obvio que no quería seguir escuchando.

Gabriel era mi mejor amigo, lo conocía desde que éramos unos pendejos, su mamá se hizo intima de la mía y pasábamos fin de semanas juntos en la playa o en la casa de la tía de Gabriel, que quedaba en Curico. Nuestros viejos jugaban fútbol cerca de la casa en un club amateur. No eran malos, pero siempre eran terceros. Gabriel tiene una hermana mayor, la Paula, es simpática y a veces salimos a carretear con ella. Cuando éramos chicos y yo me iba a quedar a la casa del Gabriel, ella se metía a la pieza donde dormíamos y nos contaba extraños cuentos que nunca fueron de terror, pero eran tan complejos de entender a esa edad que nos moríamos de miedo. Cuando crecimos nos empezaron a aburrir hasta que un día no entro más a contarnos cuentos. Hace muy poco nos dimos cuenta con el Gabriel que las historias que nos contaba la Pau eran noticias que escuchaba o leía y nos las contaba en forma de cuento. Creo que por eso nosotros no crecimos con el miedo a las calles, a que nos iba a asaltar, o matar, porque estábamos acostumbrado a la realidad.

Tal vez por todas estas cosas se me hacía tan fácil hablar con Gabriel de cosas que con otras personas me costaría demasiado. No era un buen consejero, pero si era un buen oyente y en ese día necesitaba que me oyeran.

-¿Y qué pensai hacer?

- No lo sé. El otro día salí a caminar y cada cosa que veía me recordaba a ella y cuando volví al departamento seguía pensando en ella y no pare hasta el otro día. Fue algo horrible, nunca me había sentido así. Me gustaría irme lejos de aquí, escapara.

-¿Y por que no te vas por un tiempo a la casa de tu tía?… esa la que vive en Valdivia.- Nuevamente me quede mirando a Gabriel con cara de que había descubierto algo, pero la diferencia es que esta vez si lo había hecho.

Esa misma noche hable con mis viejos y les propuse irme por un tiempo. Sabía que no me dirían que no. El único problema fue el tiempo: el tiempo que me quedaría y el día en que partiría. Yo estaba ansioso por escapara, alejarme de la ciudad, de los recuerdo. Necesitaba distraerme, tal vez sacar fotos, no ver a nadie conocido, no sentir que estaba cerca de la Fran, pero que no podía acercarme a ella. Mi vieja insistía que me fuera por un mes, mi viejo que me tomara todo el tiempo que necesitara. Estuvimos cerca de una hora conversando intentando convencer a mi vieja… hasta que cedió, no tenía fecha de retorno, pero tenía que ser antes de que entrara a la U. Estábamos a finales de diciembre

Y las clases comenzaban en marzo, tenía cerca de dos meses para intentar superarlo, o por lo menos distraerme. Luego de que mi vieja cediera tuvimos por lo menos media hora más para ver el asunto. Yo quería que llamaran a mi tía al tiro, pero mi viejo comenzó con las formalidades de la hora bla bla bla, y ni si quiera era tan tarde. Pero mi vieja me apoyo de pura picada y le empezó a decir que claro, el me daba el apoyo para superarlo, que el creía que era un hombre de mente abierta pero tampoco se quería separar de mi, que era igual que ella, que no tenía ningún derecho de criticarla. Al final mi viejo aburrido de escucharla tomó el teléfono y llamó a la tía para decirle que mañana partiría hacia Valdivia.

Desperté temprano para poder hacer las maletas cuanto antes. Por primera vez en semanas tenía algo más en mi cabeza que la ruptura con la Fran. Cerca de las doce llamé al Gabriel para despedirme y darles las gracias por su brillante idea. Le dije que le traería algo del sur y que a la vuelta haríamos algún carrete. Apenas colgué el teléfono sonó.

-Aló

-¿Miguel?- me quedé congelado al escuchar mi nombre de nuevo en la voz de la Francisca. No había vuelto a saber nada de ella desde que me patio.

-¿Qué querí?-conteste fríamente

-Quería ver si nos podíamos juntar a la tarde para conversar las cosas, necesito aclararla las cosas.

-Me voy al sur

-¡Qué!

-Eso, que me voy a Valdivia.

-¿Para siempre?

-No lo sé.

-Pero, pero… no…

-¿Sabís que? Estoy super ocupado arreglando las maletas. Chao

Nunca me había costado tanto cortar el teléfono. Seguí sonando, así que lo descolgué. Intenté concentrarme en hacer las maletas, peor me era imposible. Espere que se me pasara la rabia y los nervios de escuchar su voz.

Cerca de las dos tenía todo listo. Llamé a mi vieja y luego a mi viejo para despedirme. Me habían pasado cerca de cien lucas más la plata del pasaje. Salí cargadísimo del departamento sin mirar atrás, tomé la micro y me bajé en el terminal. Compré el pasaje si mirar el precio, me daba lo mismo que línea, quería cuanto antes estar sentado en el bus rumbo al sur.