Recuerdos

miércoles, 21 de mayo de 2008
Parte II

Despertar el día después de haber terminado con la mujer pasaste los últimos tres años y saber que te fue infiel, que mintió, que te humillo es una de las sensaciones más desagradables de la vida. Es como una resaca, pero sin el sabor malo en la boca, pero con el típico dolor de cabeza, peor aumentado en diez, la sensación de que todo molesta, la luz, los sonidos, pero además molesta la oscuridad, el silencio, el pensar, el vivir… el vivir se transforma tedioso, una lata. Desperté cerda de las nueve de la mañana, había apenas dormido una hora y media y a pesar de intentar dormirme nuevamente mi mente funcionaba a mil, no paraba de procesar las cosas, tantas cosas pasaban por mi mente que mi corazón estaba estático, frió, sin ninguna sensación de malestar o alegría. Solo estaba ahí. Deseaba llorar, pero no sentía pena, intente hacerlo recordado momentos que pase con la Fran, pero nada. Cerca de las once sonó el teléfono, era mi madre que me llamaba para decirme que iban a llegar tarde con mi papá porque iban a ir a cenar en la noche ya que estaban de aniversario. Le dije que bueno que no se preocupara que tal vez salía a caminar en la tarde y que tampoco sabía muy bien a que hora llegaría a la casa. Me pregunto si me iba a juntar con la Fran. Lentamente la pena subió hasta mi garganta y se quedo ahí, apretada, esperando salir, esperando.

-Ehhh…- pensé en mentirle, decirle que sí, pero luego le dije la verdad, que había terminado con la Fran porque me cagó. Estuvo como un minuto sin decir nada. Yo no supe que decir, solo le dije todo de una.

-¿Cómo te senti?

-Como las hueas

- Si quieres puedes acompañarnos a cenar…

-No mamá, de hecho prefiero estar solo hoy día

-Entiendo. Ehhh… entonces nos vemos a la noche. Cuídate y no hagai tonteras. Te quiero, chao- y cortó. Volví a la cama y me quedé hay, pensando. Era la primera vez que pensaba tantas cosas, no me podía distraer, todo en la casa me recordaba a la Fran, mi cama donde hicimos por primera vez el amor, el living donde cenamos a solas y a la luz de las velas el día en que cumplimos tres años, el balcón donde veíamos el atardecer o el amanecer…

Cerca de las dos me prepare un jugo de naranja y corte un trozo de brazo de reina que había hecho mi mamá hace unos días. Almorcé eso y me fui a acostar de nuevo. No paraba de pensar en ella, en todo lo bello que arruino por estar con otro, todos esos lindos sueños. Comencé a llorar, a votar toda esa pena, la rabia…

No recuerdo a que hora salí del departamento y no recuerdo como llegué a una plaza que estaba bastante lejos del departamento. Recuerdo estar sentado en una banca de la plaza viendo pasar la gente, niños jugando, una vieja gorda paseando un perro gordo y nada más. Desperté al otro día, en la misma baca, estornudando y con un frío atroz. Me costó reaccionar y cuando lo hice calculé que eran cerca de las siete de la mañana. Andaba muy poca gente, algunos trotando otros en bicicleta. Estornudé varias veces más y comencé a caminar hacia mi casa. Abrí la puerta y de inmediato me di cuenta que no había nadie en mi casa, todo estaba tal cual como lo había dejado cuando salí la tarde anterior. Me dirigí a mi habitación decidido a acostarme. Antes de hacerlo tome el celular y vi que tenía varias llamadas perdida de mi viejo y un mensaje de texto que decía “Hijo, no te preocupes por nosotros, llegamos mañana en la mañana. Te queremos” Asumí que después de ir a cenar pasaron a un motel y se quedaron allá. Miré mi cama y me acosté sobre ella. Estaba siendo las peores vacaciones de mi vida.